04 enero 2020

El eterno renacer de un país cual ave fénix, Polonia. 1ª parte.


La elección del viaje de este verano no es a un destino cualquiera. Es un país hecho y desecho infinidad de veces por sus vecinos, aunque siempre ha sabido resurgir de las cenizas para convertirse en un país fuerte, unido y con un enorme futuro, Polonia.

Día 1, martes 6 de Agosto:

Antes de partir pasamos unos días de playa en Guardamar del Segura, Alicante donde nos hemos desplazado con la autocaravana. Tras aprovisionarnos de víveres para apañarnos los primeros días del viaje, hoy salimos temprano y en esta ocasión no lo hacemos por la noche como viene siendo habitual cuando se trata de un largo viaje.





A media tarde llegamos a la localidad francesa de Colliure dirigiéndonos a su área de autocaravanas ubicada al lado del cementerio y a pocos metros del aparcamiento donde antiguamente estacionaban las autocaravanas. GPS: 42.523151, 3.066826. Con servicio de llenado y vaciado y sin electricidad. 10 euros las 24 horas que se pagan en una máquina. Da derecho a tomar la navette que te baja y sube al pueblo que está haciendo el servicio hasta las doce de la noche.



De todas las veces que hemos estado en Colliure nunca nos habíamos acercado al cementerio donde está enterrado Antonio Machado. En esta ocasión no hemos querido dejar pasar la oportunidad y aquí nos hemos plantado.



Una sencilla lápida con una bandera de la república así como varios ramos de flores e infinidad de mensajes es lo que nos encontramos ante la tumba de personaje tan ilustre y con un final bastante miserable y triste.
Para saber más: Machado en Colliure


Colliure es de esos pueblos que uno no se cansa de visitar. Ya hemos estado en varias ocasiones y tiene algo especial que hace que cualquier ocasión sea propicia para volver a pasear por sus callejuelas, ver su imponente fortaleza, oler sus aguas marinas, dejarse deleitar por sus coloridas embarcaciones, disfrutar de su gran ambiente, descubrir ese bello y pintoresco rincón desconocido.








No conocíamos el interior de la Iglesia de Notre Dame des Anges y hoy al estar abierta aprovechamos la ocasión para verla por dentro. Se trata de un pequeño y coqueto templo que posee un bonito retablo como lo más destacable de su interior.





A pesar de no ser una tarde demasiado propicia para el baño, pues la temperatura no es muy alta, las playas están a rebosar de bañistas y turistas que deambulan de un lugar a otro.
En lo alto de un peñón rocoso se alza la capilla de Saint Vicent y desde este punto nos deleitamos con las preciosas vistas de los acantilados que sostienen las coloridas casitas.




Descubrimos alguna estrecha callecita decorada de alegres fachadas con vivos colores engalanadas con floridos vergeles que forman una bella postal.





En esta ocasión vamos a cumplir con un deseo que en anteriores ocasiones por un motivo u otro hemos dejado pasar. Y es el de tomar los típicos moules o mejillones con patas fritas elaborados con diferentes ingredientes. 




Una vez más volvemos a comprobar que, a veces, la fama de los productos típicos es desmerecida. Donde se pongan unos buenos mejillones gallegos que se quiten estos, pero bueno nos hemos quitado el antojo que arrastrábamos de anteriores visitas a Colliure.





Nos tomamos la tarde con tranquilidad mientras paseamos por otras partes del pueblo que todavía no conocíamos descubriendo nuevas perspectivas, nuevos ángulos, nuevas sensaciones, nuevos motivos para quedar prendados de un lugar así de bonito.





Antes de terminar la visita a Colliure buscamos la pequeña pensión donde Antonio Machado se alojó los escasos 27 días de exilio que vivió en Colliure, el hotel Bougnol-Quintana ubicado en la rue de Antonio Machado y nos imaginamos al poeta alojado dentro de sus muros quizás con la certidumbre de saber que ya no volvería a España. Un 22 de Febrero de 1939 fallecería en una de sus habitaciones siguiéndole 3 días después su madre que también se alojaba aquí.


Antes de que la navette haga el último viaje de subida hasta el área de autocaravanas nos vamos hasta la parada y al rato llega el vehículo marchándonos y poniendo así fin al primer destino de este viaje.

Día 2, miércoles 7 de Agosto:
Tras pasar la noche tranquilamente en el área de Colliure y tras realizar las típicas tareas autocaravanistas nos ponemos de nuevo en marcha con el ánimo de hacer los máximos kilómetros posibles.


El día transcurre con normalidad por las caras autopistas francesas, la típica retención cuando pasas por Lyon, el recurrente deseo de visitar algún día esta ciudad Patrimonio de la Humanidad cada vez que la atravesamos por sus entrañas.
El deseo vuelve a ser pospuesto para mejor ocasión y continuamos ruta hasta llegar a la ciudad de Besançon donde pasaremos la noche.
Nos dirigimos a la zona de parking donde ya paramos el año pasado, GPS: 47.230988, 6.038931, gratuito, sin servicios y con una ubicación aceptable.



Todavía queda algo de día por lo que decidimos que si para de llover nos acercaremos a dar una vuelta por la ciudad. Al pasar la típica tormenta de verano nos ponemos en ruta.





Besançon es una de esas ciudades con marcado carácter, con entidad propia, que parece haberse quedado anclada en una esplendorosa época en la que se podría rodar una película que reflejara a la perfección la vida de sus gentes.



Una ciudad repleta de una envidiable riqueza patrimonial, con incontables palacetes, casas señoriales, monumentos, Iglesias, museos como la Casa natal del escritor Victor Hugo, la Catedral de Saint-Jean, el Palacio Granvelle, el muelle Vauban con sus casas de aracadas que dan al río Doubs, etc., todo ello bajo la imponente silueta de la Ciudadela, una fortificación del siglo XVII.




En definitiva, estamos en una ciudad maravillosa donde quedarse varios días disfrutando de su enorme patrimonio cultural y natural ya que está ubicada en una zona privilegiada rodeada de impresionantes colinas verdes, así como numerosos parques y jardines como el Jardín Botánico.



A estas horas de la tarde se respira una gran tranquilidad por las calles de Besançon, ya han cerrado las Iglesias, museos y demás monumentos y el tráfico rodado es testimonial. Esto es lo que define a este tipo de  ciudades, la tranquilidad, el sosiego y la agradable sensación de pasear por sus calles sin tener que estar apartándose continuamente para dejar pasar a los vehículos. 




Regresamos a la auto antes que se haga de noche del todo poniendo fin a la corta visita a Besançon con el convencimiento que es seguro que volvamos aquí ya que la ciudad lo merece y es un lugar por el que hay que pasar cuando se sube hacia el centro de Europa.


Día 3, jueves 8 de Agosto:

Hemos pasado una noche muy tranquila en el parking de tierra que hemos compartido con otras tres autos más. Nos desplazamos a una gasolinera de las inmediaciones de Besançon antes de meternos en la autopista pues ya se sabe que el precio de los carburantes oscilan mucho dependiendo de donde se reposte.


Hoy toca otro día de muchos kilómetros en nuestra aproximación hacia Polonia. Las autopistas francesas son bastante buenas, caras pero buenas. Cuando pasamos la frontera por Mulhouse penetramos en Alemania donde las autopistas son gratuitas pero las obras en las mismas son un clásico de verano. Lo empezamos a notar a la altura de Offenburg donde comienzan las retenciones y la desaparición de carriles. Es angustioso circular en esas condiciones y cualquier cálculo que uno lleve se va al garete ya que las obras no nos van a dejar en todo nuestro recorrido.


Por este motivo llegamos ya de noche a Dresde donde pasaremos la noche. Buscamos un parking que nos permita dar una vuelta por la ciudad y no tengamos que hacer un desembolso. Lo encontramos debajo de un puente que cruza el Elba, GPS: 51.053768, 13.748239, sin servicios, gratuito por la noche al ser zona azul y en un lugar privilegiado para ver la ciudad.


Si se llega de día a Dresde la mejor opción es alojarse en el área de autocaravanas de pago situada en la otra orilla del río Elba, GPS: 51.056792, 13.743321.





Encontramos a Dresde con bastantes obras en el casco antiguo de la ciudad lo que desluce un tanto la visita. Pero sentimos el mismo encanto del que nos enamoramos hace ya algunos años cuando estuvimos aquí por primera vez.



Y es que de noche los lugares se transforman y ofrecen al visitante otros enfoques, otras sensaciones que consiguen llenarte incluso más que cuando lo haces de día.




Pleno mes de Agosto, algunas terrazas con clientes que apuran la última consumición, pero la mayoría de los locales ya cerrados o en vías de hacerlo. Ciudad turística con enorme atractivo, pero aún así las costumbres son tan diferentes a las de nuestro país.




A estas horas en cualquier ciudad de España la gente estaría por las calles y en las terrazas disfrutando de la noche que es joven. Alemania no es España ni en verano.



Cruzamos por un puente también en obras el tranquilo río Elba para ver la preciosa silueta de la ciudad que solo es posible desde esta parte.




Pegado al río hay instalada una gran carpa donde acaban de terminar de proyectar algún espectáculo y a pesar de no ser muy tarde ya no queda nadie más que los operarios recogiendo parte del material empleado.


Día 4, viernes 9 de Agosto:


Pensábamos que al estar cerca del puente nos molestaría más el ruido pero la verdad es que la noche ha sido bastante tranquila. 




Nos ponemos de nuevo en marcha y hoy por fin ya toca entrar en Polonia verdadero objetivo del viaje de este verano de 2019.


Tras pasar la frontera de Polonia donde se pasa como por el resto de países de la Unión Europea, osea sin que nadie te diga nada, paramos en la primera gasolinera que vemos con el indicativo de "Kantor" donde cambiamos algo de dinero a razón de 4,27 zloty por euro.
Tras ducharnos y reponer agua seguimos ruta hasta nuestro primer destino en Polonia que es el castillo de Czoch. Las primeras impresiones de las carreteras son malas y por momentos nos recuerdan a las carreteras rumanas que transitamos el año pasado.


Por reviradas, estrechas y mal asfaltadas carreteras llegamos por fin al parking del castillo de Czoch en las inmediaciones de la localidad de Lesna, GPS: 51.028777, 15.302100, sin servicios pero gratuito y donde hay que tener suerte para pillar un hueco.




Cuando estaba preparando la ruta de este viaje por Polonia encontré de casualidad este castillo del que sinceramente no hay mucha información en internet porque debe ser un atractivo turístico exclusivo para los viajeros nativos. Pero me pareció tan bonito que decidí incluirlo en nuestra ruta a pesar de estar en una zona de acceso algo complicada por el mal estado de las carreteras.




Otra cosa curiosa y que no sabría explicar muy bien es cómo conseguimos pasar dentro sin pagar nada. Sí que hemos visto a la entrada del recinto una caseta donde en teoría tendríamos que haber sacado las entradas, pero nosotros no lo hacemos ya que pensamos que el acceso al exterior es gratuito. Si se mira detenidamente la página web del castillo creo que incluso para ver los patios tendríamos que haber pagado, pero a nosotros nadie nos dice nada:




El caso es que nosotros accedemos al interior y recorremos algunas de las salas llegando incluso a subir a la torre desde donde se disfrutan de unas vistas espectaculares de todo este precioso entorno con lago y todo. Creemos que las visitas guiadas solo se hacen en polaco viendo algún grupo que está realizando la visita.



La historia de este precioso castillo se remonta al siglo XIII, habiendo pasado por diferentes dueños y situaciones hasta que en el siglo XVIII sufrió un incendio que lo destruyó casi por completo quedando desde entonces en estado de abandono.




Lo que hoy día podemos ver y disfrutar hay que encontrarlo a principios del siglo XX cuando un empresario alemán se hizo con esta posesión invirtiendo una verdadera fortuna en su rehabilitación siendo hoy día un hotel de tres estrellas.


Además de lo que hemos visitado se puede ver también unos pasadizos, un museo de tortura, así como una exposición de objetos nazis provenientes de la ocupación de este castillo por tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. A estos lugares se accede pagando un extra aparte.


En resumen, una visita bastante interesante donde falta algo de información así como la realización de las visitas en otros idiomas para sacarle más partido. Aunque solo con ver la fachada ya merece la pena acercarse a este lugar.
Para saber más: Castillo de Czocha



Nuestro siguiente destino en tierras polacas es la Iglesia de Jawor donde llegamos después de una hora y media habiendo mejorado el estado de las carreteras.
Estacionamos en un parking de tierra al lado de la carretera, GPS: 51.055, 16.18546, gratuito, sin servicios y a unos 300 metros de la Iglesia.



Ubicada en un parque que hace que sea algo más complicado encontrarla por fin lo hacemos y pagamos a razón de 10 zloty por adulto y 5 por estudiante. La chica que nos cobra como contrapartida nos pregunta por nuestra nacionalidad y a continuación nos pone una grabación en castellano con la historia de esta Iglesia, todo un detalle.




Cuando uno entra en esta Iglesia las sensaciones que te invaden son difíciles de explicar ante la singularidad y perfección de lo que se extiende a la vista. Es la primera vez que vemos algo parecido a este tipo de construcción y por ello nos causa la preciosa experiencia de estar viendo una de esas construcciones únicas y con un valor difícil de calcular.



Y es que esta Iglesia de Jawor tiene el honor de estar incluida en la lista de la Unesco y por tanto ser Patrimonio de la Humanidad por el hecho de no parecer lo que es, una Iglesia singular que solo se puede encontrar en un país como Polonia.



Su construcción se remonta al siglo XVII al final de la Guerra de los treinta años cuando se firma la Paz de Westfalia y como parte de dicho acuerdo por parte de los Habsburgo se concede a los habitantes de esta zona de Silesia la construcción de tres Iglesias protestantes. La de Jawor, la de Swidnica y la de Glogow.



Como condición a su construcción se imponen una serie de obligaciones como que tienen que ser diferentes a las Iglesias católicas, o que los materiales con los que deben ser construidas deben ser a base de materiales perecederos tales como madera, paja, arena, arcilla, etc., sin poderse usar ladrillos o piedra.



Tampoco pueden poseer campanarios ni campanas, deben estar fuera de las murallas de las ciudades y se tenían que construir en no más de un año. Pese a todos estos impedimentos se lograron construir las tres Iglesias aunque la de Glogow posteriormente desaparecería debido, sin duda, por las duras condiciones impuestas.


La belleza de esta Iglesia no tiene parangón y más que en una Iglesia nos parece estar visitando un teatro con sus gradas dispuestas en cuatro alturas. Las diferentes escenas del Nuevo y Antiguo Testamento, así como los numerosos emblemas y blasones de diferentes familias de la zona, el gran altar barroco, la pila bautismal, etc son algunos elementos que posee esta Iglesia y que no dejan indiferente a nadie que la visite.


Gratamente sorprendidos y maravillados por haber visitado esta singular construcción nos quedamos de nuevo embelesados contemplando el exterior de entramado de madera que no nos había dado tiempo a ver cuando hemos llegado.
Ponemos así fin a la visita de la Iglesia de Jawor y reemprendemos de nuevo la marcha.


Nos desplazamos al castillo de Ksiaz en las inmediaciones de Swiebodzice aparcando en su amplio parking de tierra, GPS: 50.84208, 16.30089 donde el parking cuesta 10 zloty pero cuando nosotros llegamos ya han cerrado la taquilla por lo que nos lo ahorramos. Dispone de unos aseos portátiles y es apto para pernoctar.


Este castillo está ubicado en una zona privilegiada en medio de un frondoso bosque que se puede recorrer andando por los numerosos caminos que lo atraviesan.


Se remonta su construcción al siglo XIII habiendo pasado por diferentes manos durante toda su historia. Sus estilos van desde el medieval de sus cimientos pasando por el gótico, barroco o renacentista de sus diferentes estancias.



Debido a las horas que son el interior del palacio ya está cerrado y no se puede visitar. Dentro hay diversas habitaciones y salones que reflejan la opulenta vida que se hacía aquí en épocas pasadas destacando por encima de todas el Salón Maximiliano.


Si se quieren abonar los 52 Zlotys que cuesta la entrada se puede ver su interesante interior. No es cuestión de quedarse aquí hasta mañana que abran de nuevo por lo que damos un paseo por el bosque para ver desde un mirador señalizado otra perspectiva el Palacio.



Para finalizar el día nos vamos a Swidnica que posee otra Iglesia similar a la que hemos visto en Jawor. Buscamos aparcamiento para pasar la noche y lo encontramos en las inmediaciones de la Iglesia, GPS: 50.847018, 16.493010, gratuito y sin servicios.



El plan al venir a esta ciudad es visitar su Iglesia igualmente inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Evidentemente a estas horas ya está cerrada por lo que después de tomar algo en la auto nos animamos a dar una vuelta ya que todavía es temprano para irse a la cama.


Y una vez más volvemos a comprobar que los lugares donde uno no espera encontrarse gran cosa resultan todo lo contrario. Nos sorprende Swidnica que posee una belleza embriagadora a estas horas de la noche donde la recorremos y disfrutamos casi para nosotros solos.





El entorno de la Plaza del Ayuntamiento es sencillamente espectacular, con una serie de casonas, palacetes fuentes y monumentos bellamente iluminados. La tranquilidad que reina a estas horas de la noche hacen de este lugar una experiencia digna de ser vivida.





Tomamos dirección a la Catedral de San Estanislao y San Wenceslao por una empedrada callejuela atraídos por los 102 metros de altura de su impresionante torre iluminada con un bonito color azul.




La figura del Papa Juan Pablo II se erige junto a dicha Catedral como en infinidad de monumentos religiosos de toda Polonia en reconocimiento a uno de sus más ilustres hombres que ha dado la nación polaca.
Nos retiramos a descansar a la auto  y mañana será otro día.

Día 5, sábado 10 de Agosto:

Tranquila noche la que hemos pasado en el parking a pesar de que la calzada está empedrada y sobretodo al no haber mucho tráfico.



Toca visitar la Iglesia de la Paz lo primero y así  lo hacemos. Pagamos los 25 Pln que nos piden a los cuatro, nos dan un folleto en castellano donde se explica su historia y penetramos en este impresionante monumento bastante más concurrido que la Iglesia de Jawor que visitamos ayer.





El origen de esta Iglesia es el mismo que la de Jawor, por tanto no vamos a repetir lo ya dicho. Lo que me parece es que ésta es diferente y quizás más espectacular que la anterior. Es realmente preciosa, maravillosa y cualquier calificativo que podamos añadirle se queda corto. Hay que verla, sencillamente eso es lo único que se me ocurre cuando la ves por dentro.



No te cansas de mirar hacia arriba, hacia los lados, sentirla, buscar la mejor perspectiva, en definitiva hacer del momento algo que puedas recordar cuando ya no estés aquí.
Buscas alguna explicación de cómo alguien pudo concebir una construcción así, con tan poco material y tan grandiosa.



Las pinturas son fabulosas, las decoraciones ostentosas, el órgano precioso, los blasones de las familias importantes de la zona son auténticos retratos, los techos pintados son preciosos, los palcos envidiables, los trabajos en madera sencillamente inauditos. Mires donde mires encuentras belleza y armonía en altas dosis de difícil explicación.




Extasiados de tanta belleza y tras permanecer casi una hora dentro, salimos al exterior recorriendo el bosque que rodea la Iglesia y que acoge un antiguo cementerio.
Por último y como elemento curioso de este entorno nos detenemos para observar el coqueto campanario de la Iglesia situado en las inmediaciones de la misma.




La siguiente parada que hacemos es a la Catedral de San Estanislao y San Wenceslao. La entrada es gratuita y merece la pena ver este monumento por dentro.





Nos encontramos con un templo de estilo gótico con decoración  barroca de amplias columnas que sostienen un importante conjunto de estatuas. Los techos bellamente decorados con pinturas  que reflejan detalles geométricos y florales. Un bonito órgano de madera, un curioso belén a tamaño natural, algún coqueto retablo y un coro que está ensayando lo que nos hace más amena la visita.








Dejamos la Catedral y nos dirigimos a la Plaza del Ayuntamiento que tanto nos gustó anoche. A esta hora los comercios están abiertos y se respira un aire de actividad y trasiego de turistas importante. Eso si, vemos mucho polaco y poco extranjero, parece que las visitas a Swidnica son exclusivamente a su famosa Iglesia de la Paz.




Realmente callejear por las callecitas de esta preciosa población merecen la pena sobretodo su Plaza que es de las  más bonitas que hayamos visto.
Tomamos un zumo de limonada natural en un restaurante que lo ofrecen en un carrito situado en la calle y no nos podemos resistir a pedirnos una tarta de frutos del bosque que nos está diciendo literalmente: "llevarme a la autocaravana y devorarme".





Hacemos caso a nuestros primarios instintos y adquirimos el exquisito manjar dando los últimos bocados a Swidnica que ha resultado ser un maravilloso descubrimiento.








1 comentario:

Ilaria Rosiello dijo...

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