08 agosto 2018

Cuando sin ir lejos se descubren tesoros cercanos 3ª parte


Tercera y última entrada de esta salida que nos llevará por tierras alicantinas y valencianas con pueblos de interior de auténtica y singular belleza y encanto. Lo que una vez más viene a demostrar que en ocasiones se descubren tesoros cercanos.


El parking donde hemos pernoctado esta noche ha resultado ser un buen lugar. A pesar de las autos y furgos que estábamos el silencio ha reinado toda la noche y hemos descansado muy bien.
Sobre las 9:30 llega un chico del Ayuntamiento para cobrar los 5 euros que cuesta el estacionamiento para 24 horas. A pesar de no disponer de servicios lo pagamos ya que en Guadalest el parking es todo de pago y aquí hemos estado muy tranquilos.


Anoche cuando hicimos la primera aproximación por el pueblo lo vimos casi para nosotros solos. Estaba casi todo cerrado y no había el ambiente que habitualmente se respira por el día en este pueblo tan turístico.



A estas primeras horas de la mañana el pueblo se está despertando, las tiendas poco a poco van abriendo exponiendo en sus fachadas los diferentes artículos y productos que ponen a la venta y las calles poco a poco se van empezando a llenar del principal sustento del que vive el pueblo: los turistas.


Lo que anoche no pudimos apreciar por falta de luz fue el idílico entorno en el que está enclavado este pueblo con el pequeño embalse que recoge las aguas del río Guadalest, así como los picos montañosos que rodean al pueblo y que le confiere una fisonomía propia a toda esta zona del interior alicantino.



Yo destacaría como algo que llama la atención cuando se visita Guadalest la gran cantidad de Museos que hay en una población tan pequeña. Hay una gran variedad que se pueden visitar casi todos ellos de pago, algunos de ellos bastante curiosos y que solo se pueden ver aquí. Nosotros pasamos a una casa que se ha rehabilitado mostrando lo que eran las típicas casas del pueblo con su mobiliario, aperos del campo, utensilios de cocina, etc. Se paga la voluntad y está bastante interesante.


Se puede visitar el castillo pasando por la casa Orduña, una casona típica del pueblo que es a su vez otro  museo y posteriormente accediendo a los restos que quedan de la antigua fortificación de origen musulmán aunque no queda demasiado de interés por lo que nosotros decidimos no pagar para verlo.


Quizás Guadalest tenga algo de turistada ya que al estar tan solo a 25 kilómetros de Benidorm, vienen gran cantidad de autobuses con turistas como un aliciente más de las estancias en ese gran monstruo en que se ha convertido el antiguo pueblo pesquero de Benidorm.



La verdad es que Guadalest da la sensación de estar sobre explotado turísticamente, pero sin duda merece una visita si se sabe previamente lo que uno se va a encontrar.


Así por ejemplo te evitas mosquearte cuando una empresa de fotografía te intenta hacer una foto cuando accedes por el portal de Sant Josep para que piques y les compres. Vemos que hay gente que les pilla de sorpresa y hasta se produce alguna conversación algo acalorada. Vamos que ven el negocio claro e intentan aprovecharse como cual gallina de los huevos de oro. 


Algo que las autoridades deberían tener en cuenta pues la sensación de que te quieren exprimir es algo que no sienta bien y demuestra que en turismo no todo vale.
Tras un par de horas recorriendo tranquilamente este bello pueblecito nos ponemos de nuevo en marcha y nos marchamos hacia el siguiente destino: Planes.


Por reviradas carreteras que transitan por esta zona montañosa de Alicante que uno no esperaría encontrar llegamos por fin al pueblo de Planes donde teníamos pesando hacer una ruta senderista pero que la dejaremos para otra ocasión: barranco de la Encantada


Conforme vamos llegando al pueblo se obtienen unas preciosas vistas del conjunto histórico de este precioso pueblo encaramado en un cerro coronado con los restos de su castillo de origen musulmán.


No puedo resistirme a pararme al borde de la carretera para hacer unas fotos desde esta privilegiada posición donde probablemente se obtienen las mejores vistas de Planes.




Por la carretera que pasa por el medio del pueblo al final encontramos una explanada junto a la gasolinera que está llena de vehículos y tenemos que estacionar prácticamente en medio de un bancal, GPS: 38.782853, -0.339899. Luego vemos que los vehículos son de gente que ha venido a hacer la ruta senderista que parte precisamente desde este punto.


Por la misma calle por la que hemos venido pero ahora andando nos acercamos hacia el centro de este pueblo llamado en verdad Planes de Baronía. Un pueblo antiguo con un rico pasado histórico que esconde varios puntos de interés.


Por tener tiene hasta un trozo de acueducto medieval con un pequeño lavadero que al parecer todavía cumple en parte con su función.


Llegamos a la Plaza de Dalt Villa donde su ubica el Ayuntamiento elevado por arcos que atravesamos para seguir subiendo por esta zona del pueblo. Observamos una coqueta, curiosa y aparentemente antigua fuente de piedra así como la antigua prisión en los soportales del Ayuntamiento. Un curioso y bonito reloj solar también llama nuestra atención.



Por estrechas callejuelas vamos ascendiendo hacia la Iglesia de Santa María de la Asunción que no nos dice gran cosa una vez la vemos por dentro. Por el camino vemos casas bastante antiguas y muchas de ellas deterioradas. Una pena que no se rehabilite esta zona ya que tiene mucho encanto y potencial.



Se respira un grato ambiente medieval por esta zona del pueblo aunque no se ha sabido o querido conservar por falta de interés o de inversión. Una pena, pues si este entorno estuviera mejor conservado sería un pueblo precioso de visitar y de callejear.



Vamos ascendiendo hacia la parte alta del pueblo donde se ubica el castillo de pasado musulmán construido al parecer sobre el siglo XI. Nuestra ilusión de poderlo verlo por dentro se topa con la cruda realidad de que el mismo está cerrado por el lamentable estado de conservación que presenta.



Tras esta pequeña decepción toca ahora bajar a la parte baja del pueblo por callejuelas donde de vez en cuando descubrimos alguna que otra casa de bonitas fachadas pintadas de vivos colores.



Tras recorrer las calles de este bonito pueblo donde al ser hoy día festivo se respira un buen ambiente sobretodo en la repletas terrazas de los bares; buscamos otra perspectiva de la zona por la que hemos estado callejeando.


Quizás lo que más  nos ha llamado la atención de Planes sea la contemplación de las abigarradas casas del pueblo desde la carretera que ofrece una bella panorámica del enclave en el que se ubica esta localidad alicantina.


Probablemente en esta visita hemos dejado el otro cincuenta por ciento por hacer que hubiera sido hacer la ruta senderista del barranco de la Encantada con el Gorg del Salt y de paso la ermita del Santo Cristo para contemplar el pueblo desde otra perspectiva. Motivos estos más que suficientes para justificar otra visita a Planes.


Ponemos rumbo hacia Onteniente y más concretamente a las Pozas Pou Clar un bello paraje donde nace el río Clariano formándose unas pozas de agua cristalinas aptas para el baño.


Lo que ocurre es que en esta época del año este lugar está lleno hasta la bandera y ni siquiera hay plazas suficientes de parking y las pocas que hay están todas ocupadas. Por tanto no podemos quedarnos a ver este bonito entorno como había sido nuestra intención.


Paramos un momento para hacer cuatro fotos, GPS: 38.798586, -0.612275 y básicamente pasar envidia de los que si que han podido aparcar y disfrutar de este bello lugar.



Sin duda un lugar sorprendente que si uno no sabe de su existencia se lleva una sorpresa. Nosotros ya sabíamos de su ubicación y de lo difícil que era encontrar parking sobretodo a esta hora del día donde la gente aprovecha para llegar hasta aquí para comer en la zona de picnic.


Con algo de pena dejamos este bello lugar y nos encaminamos hacia el siguiente destino que está bastante cerca, Bocairente. Salimos de esta zona montañosa y a un par de kilómetros antes de llegar a Bocairente encontramos un parking con sombra al lado de la carretera por lo que aprovechamos para comer al fresco. GPS: 38.771975, -0.595138



Después de comer y descansar un rato nos ponemos de nuevo en marcha y 2 kilómetros después llegamos a nuestro último destino de esta salida de Semana Santa.



Nos decidimos por una zona de chalets para estacionar, total tampoco vamos a estar mucho tiempo en el pueblo. Si tuviera que pernoctar lo haría sin duda detrás del cementerio desde donde hay unas vistas espectaculares del pueblo y donde hay algunas autos estacionadas. GPS: 38.766124, -0.607193


Por tanto nosotros dejamos la auto aquí GPS: 38.763398, -0.608624, pero vamos, que no hay problemas para estacionar mientras uno no se meta en el casco antiguo del pueblo.



Nos acercamos al cementerio que está antes de cruzar un puente a la entrada de la población y desde  donde se obtienen unas vistas realmente espectaculares del pueblo.


Por la parte trasera del cementerio baja una senda de tierra hacia la parte baja del pueblo. Decidimos hacer nuestra entrada a Bocairente por tan peculiar lugar y sin duda que acertamos pues la panorámica desde esta parte es preciosa.


Atravesamos un coqueto puente que le da si cabe un aire más medieval y maravilloso a este lugar. Enseguida sale a nuestra izquierda una senda balizada que tomamos y que nos lleva por huertas y tapias bajas que por un momento me recuerdan a algunos pueblos de Francia por donde hemos recorrido senderos parecidos. Pero no, resulta que estamos en la provincia de Valencia en un pueblo llamado Bocairente.


Desde esta parte, el pueblo parece que se nos quisiera echar encima y aplastarnos con las colosales casonas que cuelgan literalmente de lo alto de las rocas en un perfecto y calculado equilibrio de funambulismo.


Es una verdadera gozada caminar por estas antiguas terrazas salpicadas de huertas donde todavía se pueden ver algunas cultivadas y perfectamente arregladas.
La senda se vuelve rebelde perdiendo su lado amable y fácil obligándonos a hacer un último esfuerzo para escalar la pendiente que nos conecta con las calles del pueblo.


Aquí descubrimos el entramado medieval de Bocairente mientras recorremos las intrigadas callejuelas que no han cambiado demasiado en muchos siglos.



Callejuelas preciosas donde se combina la piedra encalada con la naturaleza representada con infinidad de macetas que a esta altura de primavera lucen sus mejores colores.



Calles fáciles y alegres de ver, patear y sentir en plan turista, pero difíciles de vivirlas por la  poca comodidad debido a las grandes pendientes y las escaleras que hay que sortear cuando se vive aquí todo el rato.



Nos perdemos por las callejuelas sin más indicación que nuestra intuición como debe ser vivido un lugar de este tipo como Bocairent. Nos sorprende muy gratamente este pueblo valenciano que sin duda tiene tanto que ofrecer y que lamentablemente no podremos sacarle todo el partido por acabar esta tarde nuestra escapada. Se trata de uno de esos lugares que a uno le quedan ganas de volver otra vez y eso no ocurre siempre.


Llegamos a otra calle desde donde se contempla otra bonita estampa con la Ermita del Santo Cristo encaramada en lo alto de un cerro donde se llega por un zigzagueante y empinado camino que sin duda al culminarlo debe ofrecer el premio de otra bonita postal de Bocairente.


También desde aquí podemos oír un murmullo de voces que en un principio no adivinamos su procedencia. Hasta que ponemos en marcha otro sentido, el de la vista, para descubrir a lo lejos un grupo numeroso de personas que están esperando y accediendo a otro punto de interés, las covetes dels moros o las cuevas de los moros.


Otro lugar que dejamos para una próxima ocasión ya que ahora no nos da tiempo. Se trata de un conjunto de 53 oquedades artificiales excavadas en la roca. Se desconoce cuando se hicieran aunque se piensa que puede tener su origen en época árabe. Se descubrió en la zona varias tumbas visigóticas que al parecer tienen relación. La entrada cuesta 1,50 euros y sin duda debe ser interesante su visita, sobre todo si se va con niños.


Nos sorprenden algunas de las casas que al estar literalmente colgadas de la montaña disponen de varias alturas y muchas de ellas disponen de cuevas. Una está abierta al público gratuitamente por lo que decidimos pasar a verla.


Llama la atención el trabajo que se ha tenido que llevar a cabo desde tiempos inmemoriales para darle forma y domesticar la roca para construir las cuevas adornadas con una colección de lo más variopinta de objetos y recuerdos.



Sin darnos cuenta llegamos al centro del pueblo donde sobresale la esbelta silueta de la torre de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Me asomo un poco para ver qué tal se ve el interior y me llama la atención. Hay que pagar para entrar pero al no tener mucho más tiempo considero que pagar para verla con prisa no merece la pena.


Bajamos a la Plaza del Ayuntamiento, descubriendo que se está celebrando un mercado medieval. Y me pregunto, qué mejor escenario para este tipo de eventos. Aquí es donde sí que pega este tipo de mercados, en un lugar neta y autenticamente medieval.



Altas fachadas de casas de varias plantas que se yerguen hacia el cielo en clara competencia por ser la primera en alcanzar la mayor cota de altura dan a esta plaza un toque especial y singular.



Es duro tener que despedirse de un lugar con tanto encanto y con mucho todavía por descubrir, se nos hace difícil tener que irnos con este gran ambiente que se respira en el día de hoy en Bocairente. Prometemos volver cuanto antes para terminar de descubrir este lugar tan especial no sin antes comprar algún licor típico y artesano de la zona.



Ponemos rumbo a casa pasando antes por otro pueblo que nos pilla de paso y que posee un bello castillo que aunque no podamos verlo mejor quedará inmortalizado en nuestras retinas hasta que le hagamos la prometida visita a la zona.



A la entrada de Biar detenemos la casa de ruedas para una breve toma de contacto con el pueblo y su imponente castillo al que prometemos dedicarle algún día una tranquila visita.
Sin razón lógica los castillos nos atraen sobremanera y su sola contemplación nos ofrece una grata sensación de armonía y admiración.


Buscamos la autovía que la encontramos a la altura de otro pueblo que tiene su miga y que igualmente prometemos dedicarle la misma escapada que a los otros dos anteriores, Villena. Y es que también posee un castillo visible desde la misma autovía que siempre que pasamos nos quedamos mirando y siempre lo dejamos para más tarde a pesar, o más bien por eso, de lo cerca que lo tenemos.








1 comentario:

Unknown dijo...

Muy bonito viaje igual lo hacemos para el mes de octubre