30 octubre 2014

Aventuras y desventuras en el Reino Alauí (Tercera parte)


Nuestra ruta sigue en dirección a la ciudad imperial de Fez, donde llegaremos y nos sumergiremos dentro de la mayor Medina de Marruecos. Nuestro siguiente destino será la ciudad azul de Chauen y terminaremos nuestro recorrido en el antiguo protectorado español, Tetuán.
Después de visitar el Cedro Milenario en las inmediaciones de Arzou, tomamos de nuevo la carretera N8 en dirección a Ifrane.
Volvemos a sorprendernos cuando pasamos por esta población, ya que no parece una ciudad marroquí situada en el corazón del país.


Más bien da la sensación de ser una ciudad turística del centro de Europa.
Poco a poco la carretera va bajando y llegamos a la zona donde se extiende una gran llanura preludio a la gran ciudad imperial de Fez.
Una vez llegamos a la ciudad nos despistamos ya que queremos visitar un centro comercial de la cadena Marjane pues queremos hacer algunas compras sobre todo Diego y Sonia que ya van casi en mínimos.

Fez:


Se despistan Luisma y su familia, y se van a otro centro comercial y nosotros damos una vuelta por el Marjane. De este establecimiento que había leído que era muy parecido a los centros comerciales europeos tengo que decir que efectivamente es así, pero los precios a los que venden son muy altos. Evidentemente aquí solo comprará la clase pudiente marroquí.


Terminamos de ver el centro comercial, que no de comprar, y nos vamos derechos a la Plaza Boujloud con la intención de pernoctar en la misma. Ya me di cuenta la primera vez que estuvimos en Fez que dicha Plaza está situada a las mismas puertas de la Medina con lo que se gana en tiempo y comodidad al no tener que llegar hasta la Medina en taxi desde los dos camping que hay a las afueras de la ciudad.


Llegamos a la Plaza y enseguida salen a nuestro encuentro los vigilantes del enorme aparcamiento indicándonos el lugar adecuado para estacionar, aunque nosotros tenemos que hacerlo en dos ocasiones ya que a Mati no le gusta el primer sitio donde aparcamos algo alejado del resto del grupo, mejor todos juntos. GPS: 34.06083, -4.98627, pagamos unos 4 euros por autocaravana.


A estas horas la zona es un caos y hay coches y gente por todas partes, pero con cuidado se hacen las maniobras necesarias para quedar estacionados.
Vemos que Luisma y familia no han llegado todavía y al rato ya nos preocupamos por si les ha pasado algo, aunque una llamada de teléfono confirma que están de camino.


Cuando el grupo está completo nos acercamos a la Medina para tener una primera toma de contacto, además conseguimos así ver la Medina en horas nocturnas ya que la primera vez que la visitamos no lo pudimos hacer.
Accedemos por la puerta azul conocida como de Boujloud.


A estas últimas horas de la tarde, la Medina es un hervidero de gente, va siendo hora de cenar y los dueños y camareros de los numerosos bares que hay tras la puerta nos intentan convencer de que su establecimiento es mejor que el del vecino y que nos sentemos a cenar.


Rehusamos las invitaciones y seguimos hacia delante por la arteria principal de la Medina. Esta segunda toma de contacto con esta Medina que tanto nos impresionó la primera vez que la vimos hace ya cuatro años, no es tan abrumadora ni tan especial como lo fue en la primera ocasión, pero aún así impresiona y no le deja a uno indiferente.


No queremos meternos mucho dentro de la Medina, pues corremos el riesgo de desorientarnos y a estas horas no es recomendable que esto nos suceda, por lo que solo transitamos por la calle principal, vemos unas cuantas tiendas, compramos algo de aceite de argán que nos habían encargado los otros dos miembros de las otras dos expediciones anteriores, tomamos unos panes con carne en un puesto y nos retiramos a descansar a las autos.



Dejamos la Medina que poco a poco se va apagando hasta que mañana vuelva a recobrar de nuevo vida y el típico ambiente. A eso de las doce de la noche y estando durmiendo, tengo como un mal sueño y me levanto sobresaltado por los ruidos de gente jugando al fútbol al lado de las autocaravanas. Me levanto y efectivamente veo un grupo de unos cuatro o cinco chiquillos que están dándole patadas a un balón. Les digo que estamos durmiendo y no me hacen caso y sin entender todavía a día de hoy mi reacción, salgo corriendo y descalzo por la plaza para quitarles el balón.


Ellos que me ven salen asimismo en estampida, pero sorprendidos por mi velocidad consigo darles alcance y me tiran el balón para evitar que les persiga. Me llevo el balón a la auto y me piden que se lo devuelva a lo que me niego, diciéndoles que se vayan que queremos descansar. Al rato viene la madre de los críos y me acerco a ellos, les digo que no nos dejan descansar con el juego, les echa la bronca, se disculpa y les entrego el balón. Se marchan por donde han venido y ya fríamente pienso en la tontería que he hecho.


Lo primero, que me podría haber cortado, pues la limpieza brilla por su ausencia, lo segundo que se podrían haber enfrentado a mí, aunque fueran unos críos que podrían tener amigos mayores, y lo tercero porque en un lugar como este es mejor no llamar la atención por evitar que puedan ocurrir estas cosas.


Al final la cosa queda en anécdota, aunque Mati y los chicos no salen de su asombro por lo que he hecho y me dicen que la cosa podía haber acabado de otro modo, aunque hemos tenido suerte y no se ha enterado nadie, incluidos los del grupo que deben estar durmiendo plácidamente y no se han enterado de nada.


Amanece un nuevo día con las pilar recargadas estupendamente, pues desde la anécdota no se ha oído nada en toda la plaza.
Nos acercamos a la entrada de la Medina por la puerta azul y allí están ya apostados los guías que se ofrecen para hacer una visita guiada por la Medina. En principio había pensado en ir por libre a nuestro ritmo, pero conforme Mohamed nos va convenciendo, veo que quizás no sea tan mala idea el contratar sus servicios y que recaiga en sus hombros la tarea de tirar del grupo y ver cosas mucho más interesantes que las típicas calles de tiendas.



Mohamed se expresa perfectamente en castellano y dice ser guía profesional autorizado, como su carnet indica, no de esos que abundan por la Medina y que solo quieren llevar a los turistas a las tiendas de sus parientes y conocidos.


El resto del grupo también piensa que puede ser una buena idea hacer la excursión guiada y tras negociar con Mohamed el precio de 20 euros para todo el grupo y toda la mañana, nos ponemos en marcha adentrándonos por callejuelas que uno no pasaría nunca por ellas de ir solo.


Mohamed parece un buen guía turístico. Por todos lados que nos lleva recibe el saludo de sus paisanos y responde a todas las preguntas que le efectuamos, pero la cosa no va a ser tan fácil y tan idílica, como veremos más adelante.


En estas primeras horas de la mañana la Medina todavía no tiene ese ambiente que conocemos por estar cerradas muchas tiendas, por lo que Mohamed nos lleva por la parte menos comercial de la misma y así descubrir una Medina más sombría, menos turística y más auténtica. Diego y Pepe, nuestros fotógrafos, se van entreteniendo constantemente, teniendo que esperarlos de vez en cuando, pues como nos ha insistido Mohamed es prioritario y fundamental no fragmentar el grupo y que algún componente del mismo se desoriente.


En una de estas ocasiones y tras dejar una zona de callejuelas muy estrechas y en algunos casos con viviendas sujetas por pilares de madera para evitar su derrumbe, salimos a una plaza en la que están jugando a las cartas cuatro lugareños acompañados de un perro peligroso suelto y sin bozal. Nosotros al ir en grupo pasamos desapercibidos, pero Pepe que va más retrasado les pide permiso para hacerles una foto y es entonces cuando el perro se atira a Pepe que sorprendido se queda quieto. Por suerte no llega a morderle, pero el susto ha sido considerable por las consecuencias que podría haber ocasionado una posible mordedura.


Todo queda en otra anécdota más para contar de las muchas que nos están pasando en este viaje y que de momento las estamos sobrellevando bien.
Seguimos callejeando siguiendo a nuestro guía que nos está metiendo por la parte más cutre de la Medina, pues menudos arrabales estamos viendo. Eso y que vamos muy diseminados y no avanzamos como a él le gustaría pues nos quiere llevar a más sitios, pero es que necesitaríamos tres o cuatro días para hacernos una idea de lo grande que es esto.


Evidentemente y como al principio le hemos dicho a Mohamed que no queríamos ver tiendas por temor a que nos meta en alguna tienda de algún conocido suyo, éste no quiere que nos detengamos ni para ver nada y la gente del grupo quiere ir viendo cosas por si interesa hacer alguna compra como es el caso de unas teteras que alguien del grupo quiere, algunas zapatillas para otros, etc.


Sin saber muy bien donde nos encontramos, pienso que es la parte de la Medina situada en una de las zonas más altas, aquí podemos apreciar como es la distribución de la misma, ya que vamos pasando por diferentes zonas de frutas, pescados, cacharrería, la zona de los plásticos, la zona de los aceites, etc. En una de las zonas nos tomamos una especie de migas con aceite que está bastante rica.


En otra zona tomamos unos bocadillos de garbanzos que en principio me niego a probar pero al ofrecerme un bocado no dudo en comprar unos cuantos, jolines que buenos están. La verdad es que en este viaje estamos probando de casi todo, ya veremos después si nuestros estómagos lo toleran, pero no adelantemos acontecimientos, cada cosa a su debido tiempo.



Vamos bajando de nuevo hacia la parte más comercial de la Medina y vamos viendo escenas que nos resultan algo asquerosas, pero sabemos donde estamos, aquí la suciedad es el pan nuestro de cada día. Demasiada gente viviendo en casas en mal estado y en calles donde el servicio de limpieza no es el que conocemos por estos lares.


Pasamos al interior de una escuela donde una maestra está enseñando a sus alumnos, aunque a mí me parece que más bien es una especie de reclamo turístico pues te piden propina por pasar dentro, aquí aprovechan cualquier ocasión para practicar el deporte nacional.


Durante todo este tiempo que llevamos siguiendo a Mohamed, en un momento nos hemos cruzado con otro guía mayor y tras saludar éste a nuestro guía, nos ha hecho un gesto como que Mohamed gusta de empinar el codo y ha hecho el típico gesto de desaprobación, no le he dado demasiada importancia, pero aquí nadie da punzada sin hilo, como después comprobaremos.


Y como no podía ser de otra manera, Mohamed nos lleva sibilinamente a una tienda de perfumes, aromas, fragancias, remedios caseros de salud, etc, aunque parte de culpa la tenemos nosotros pues queremos descansar y sentarnos un rato y si hay algo interesante de lo que nos van a enseñar pues se puede comprar.



El chaval que nos ilustra en un perfecto castellano nos va sacando y poniendo bajo nuestras narices todo tipo de productos para muy diversas dolencias, así como aromas, fragancias y cremas de muy refinado aroma. Cada uno adquiere lo que le interesa y a la salida de la tienda tenemos otro percance.



Resulta que entre tanta estrechez y laberinto de calles, se despista del grupo Diego. Volvemos sobre nuestros pasos pero ya no damos con él. Mohamed maldice en arameo porque no saca partido de nosotros, cuando no es una cosa es otra, menuda mañana le estamos dando.


Enseguida empieza a vocear a la gente que hay por la calle y no hace falta que nadie nos traduzca lo que quiere decir con sus palabras. Está preguntando si han visto a uno de tales características que se ha perdido y al mismo tiempo les da el recado de si lo ven lo manden para las curtidurías que es a donde nos dirigimos.


Tengo que admitir que si te dejan por aquí como no vayas preguntando continuamente no sales, eso seguro. Es increíble el laberinto que conforman estas calles, cuando crees estar orientado vuelves a desorientarte, como comprobaremos posteriormente cuando ya no vayamos en compañía de Mohamed, pero tiempo al tiempo que el día todavía no ha acabado y hay más y más aventuras y desventuras.



Ya en las curtidurías aparece Diego acompañado por un niño que lo ha traído con el resto del grupo. Ha sido una media hora algo angustiosa sobre todo para Sonia la mujer de Diego, pero al final todo ha quedado en otra anécdota para recordar en el futuro.


Nosotros subimos hacia uno de los numerosos miradores que hay en este barrio para contemplar desde arriba las instalaciones y trabajos que esta gente realizan aquí para dar color a las pieles.
Mohamed aprovecha para darse un refrigerio mientras nosotros hacemos esta interesante visita.




Después de estar un rato contemplando el trabajo que llevan a cabo estos abnegados trabajadores, bajamos hacia un salón del mismo edificio donde tienen la exposición de diferentes productos confeccionados a base de pieles de dromedario, camello, vaca, etc. Nos muestran alguna cosa pero no se hacen pesados a la hora de vendernos nada, así da gusto.


Bajamos a la calle y Mohamed nos está esperando, pero le miro a los ojos y los veo más brillantes que antes de ir a tomarse el refrigerio. No hace falta preguntar, nos hemos entendido con la mirada, se saca debajo del quita miseria como él llama a la chilaba, una botella de zumo de manzana que me da a olor y efectivamente de zumo nada de nada.


Nos volvemos a cruzar al guía mayor que ya vimos anteriormente y nos confirma nuestros temores, hemos tenido guía hasta que ha tomado el refrigerio, a partir de aquí mejor pagarle y alejarnos de él. Este guía más anciano nos dice que Mohamed es un buen guía pero le pierde el alcohol y no es el mismo sin o con, ya nos entendemos.


Antes de prescindir de sus servicios le decimos que nos lleve a alguna Medersa o Madrasa, una escuela coránica y efectivamente nos acompaña a la Medersa Cherratine, perfectamente restaurada y donde destacan sus estucos y techos de madera.




Nuestro guía dice que aún nos faltan más cosas que visitar y se empeña en que le sigamos, aunque ya se va parando cada vez más a charlar con sus paisanos y se va olvidando de que tiene que seguir enseñándonos la Medina de Fez que es a lo que hemos venido.


Pasamos por un barrio en el que solo se oyen martillazos y golpeteos constantes. Comprobamos que se trata de la zona donde los artesanos de la chapa, hojalata y demás metal están elaborando cuencos, tinajas, teteras, lámparas, etc todo relacionado con el metal. Aquí nos cuesta hacer fotos pues son muy reacios a que se les fotografíe y alguno echa la bronca a gente del grupo por este motivo.






Ya va siendo hora de comer y valoramos entre pedirle a nuestro guía que nos lleve a un lugar que esté más o menos bien o irnos a las autos y comer allí. Al final gana la opción de quedarnos a comer en la Medina, por lo que le decimos a Mohamed que ya hemos visto bastante y ahora lo que queremos es descansar y comer en algún lugar que esté bien.


La primera vez que estuvimos aquí tuvimos suerte con el tema de la comida, nos cogió una chiquilla que nos llevó a una casa familiar donde comimos bastante bien, con mucha limpieza y, sin que saliéramos hinchados, sí que fue un buena experiencia. Veremos esta vez qué sucede, aunque algo me dice que no se va a dar tan bien como la otra vez. 


Mohamed nos dice que conoce un sitio que por unos 8 o 9 euros por cabeza comemos muy bien y nos lleva a un restaurante que en principio tiene buen cara. Hay una pareja joven de España y tras preguntarles qué tal han comido, éstos no están muy contentos y ya sentados alguien del grupo insiste en que salgamos de allí pues tienen la sensación que el lugar es un restaurante típico caza turistas y no nos van a dar bien de comer.


Yo sinceramente prefiero callarme y no decir nada pues la situación me resulta algo embarazosa y con malas formas somos despedidos. Le echamos la culpa a Mohamed y le decimos que nos lleve a otro lugar en el que se coma mejor y más barato.


Craso error, pues nadie da duros a cuatro pesetas y menos en Marruecos donde el regateo hay que practicarlo en otros aspectos, no quizás en lo concerniente a la comida, porque a razón de lo que pagas así te ponen, como en cualquier lugar, pero aquí hay que tener cuidado con estas cosas, porque sino puede ocurrir lo que después pasaría, aunque eso no lo tenemos muy claro si sucedió aquí o más tarde en otro lugar.


El caso es que Mohamed quiere cobrar por sus servicios y marcharse a otra cosa, pues ya va estando algo cansado del grupo que le ha tocado hoy, y viendo que estamos dispuestos a regatear en algo tan fundamental como es la comida, nos lleva a un garito con una terraza y con vistas, pero que a mi personalmente no me agrada y no me quedaría si no fuera en compañía del grupo.


Comienza el regateo del que me desentiendo totalmente, no soy partidario de regatear con la comida, y son otros los que pactan el menú que nos van a servir y lo que nos van a cobrar.
Pagamos a Mohamed por sus servicios y nos despedimos de él y se marcha más contento que cuando lo conocimos esta mañana a primera hora, todo un personaje.


Pienso que la comida han debido ir a buscarla a otro lugar por el tiempo que están tardando en servirnos. Cuando ésta llega, deja mucho que desear y muchos platos casi se los llevan enteros pues el aspecto y el sabor de la comida hace que dé cosa comer esta bazofia. Con el mal sabor de boca, nunca mejor dicho, pedimos la cuenta y vemos que el precio es superior al pactado y alguien del grupo se enfada con la camarera por el mal servicio que nos dado y por no cobrarnos lo pactado, en fin, un espectáculo lamentable que no merece la pena protagonizar.
Otra anécdota para contar más adelante, aunque de todo esto hay que sacar lo positivo y que consiste en no regatear demasiado en el tema de la comida.


Tras la anécdota del restaurante bajamos a la calle y tratamos de orientarnos por las callejuelas que en algunas plazas indican la salida hacia Bab Boujloud que es por donde nos interesa salir.
Seguimos viendo algunos edificios y algunas puertas verdaderamente preciosos, donde se combinan los estucos y la madera dándole un toque muy bonito.


Decidimos dar una última vuelta por la Medina y marcharnos dirección a Chefchaouen y si todo va bien llegar a esta ciudad antes de que anochezca y pernoctar allí.
Seguimos callejeando y no conseguimos orientarnos, una vez más y ya van ni me acuerdo. No se como la primera vez que estuvimos aquí pudimos salir de la Medina sin la ayuda de nadie, aunque a decir verdad no llegamos a callejear ni la cuarta parte de lo que llevamos pateado hoy.


Viendo que no conseguimos llegar a la calle principal que da acceso a la salida, Mati pregunta a una chica, y ésta amablemente nos acompaña hasta un punto en el que la salida ya no tiene pérdida y finalmente conseguimos llegar a la Bab Boujloud, no sin antes ser asaltados de nuevo por un vendedor al que anoche compramos un puf de piel muy bonito pero que costó mucho regateo y varios amagos de no hacer la compra. El muy jodio se ha quedado con nuestras caras y quiere vendernos más cosas. Estas gentes son auténticos comerciantes y se desviven en su afán de vender, agasajar y regatear, es todo un arte.


Sin más incidentes por el momento conseguimos llegar al gran parking donde tenemos estacionadas las autocaravanas. Ha sido toda una experiencia volver a visitar la gran Medina de Fez, donde es una verdadera aventura adentrarse con guía o sin guía por las laberínticas callejuelas que conforman este entorno que pervive en nuestros días y que se asemeja mucho con lo que ha sido la vida desde hace mucho tiempo aquí. Es de las mejores experiencias que puede tener un viaje por Marruecos, algo que no hay que dejar de vivir y sentir.

Para saber más:
Visitar Fez

Ruta seguida desde Fez

Ponemos en nuestros navegadores el siguiente destino: Chefchaouen y salimos de Fez con un hasta la vista, seguro que en el futuro volveremos a sentir emociones por su Medina.
Como el día ha sido muy ajetreado y nos han pasado infinidad de anécdotas, pensábamos que ya íbamos bien servidos, pero vamos a comprobar que este país todavía nos tiene reservadas más sorpresas que no van a ser precisamente muy agradables.


Y como no hay viaje en el que, o bien por nuestro exceso de confianza o por que las cosas tienen que salir así eche uno por donde eche, o por los malditos navegadores que también tienen su culpa. El caso es que en vez de llevarnos por la N4 y posteriormente enlazar con la N13, me mete, ya que voy yo en cabeza, por carreteras comarcales y luego locales.


En principio miro el navegador y veo que me va a llevar a la nacional, pero llega un momento que por donde nos mete el navegador no nos fiamos y seguimos avanzando. Así las cosas, vamos avanzando kilómetros y más kilómetros, mientras vamos valorando si darnos la vuelta hasta Fez o seguir hacia delante pensando que alguna carretera nos llevará a la nacional. Por los walkies decidimos esto último y vamos avanzando por carreteras cada vez en peor estado.


El caso es que vamos cuatro autocaravanas circulando por carreteruchas donde no pasa un solo vehículo y tan solo se ven aldeas y pueblos diseminados donde parece que solo hay un cultivo que son las habas. Esto parece el verdadero granero de habas de todo Marruecos pues allá donde llega nuestra vista solo se ven campos y más campos de habas. Nos recuerda a nuestro norte español por lo bonito y verde de sus campos.
Pasamos por tramos de carretera donde tenemos que tocar el claxon para que se aparten las vacas y cuando pasamos por alguna aldea, los lugareños sonriendo hacen el gesto de que estamos locos y nos miran como diciendo: ¿donde van estos locos por aquí?, seguro que la mayoría de ellos no han visto una autocaravana en su vida pasar por aquí.


Por fin llegamos a una población importante, Karia Be Mohammed y paramos en una gasolinera para repostar, ya que esa era una de las preocupaciones que llevábamos, pues desde que hemos salido de Fez no habíamos visto ninguna, por tanto un problema resuelto. Preguntamos al gasolinero si hay algún lugar cerca para pernoctar y hace una llamada telefónica creo que a un camping que nosotros no llevamos en el navegador y nos dan la dirección para llegar allí. Viendo que no conseguimos llegar a la nacional y que en poco tiempo va a anochecer, creemos que es buen idea quedarnos a pernoctar por aquí pues las carreteras marroquíes de noche no son aconsejables.


El caso es que Luisma se empeña en llegar a la nacional y salir de esta zona que no está ni en el mapa por lo que se pone él en cabeza tirando del grupo. Anochece y las condiciones de la pésima carretera por la que circulamos se hacen patentes con baches y agujeros que tenemos que ir sorteando como podemos. Me preocupa que en uno de los agujeros de la carretera se nos meta la rueda en uno y suframos un pinchazo, un reventón o algo peor, además la noche es cerrada y no se ve nada.
De nuevo el navegador nos vuelve a equivocar y nos mete por una carretera esta vez en obras. Debido a los baches a José se le desprende un tapacubos de una rueda. Tenemos que ir marcha atrás para ver si lo encontramos y hay suerte pues lo puede encontrar y seguimos ruta.

Lugar elegido para pernoctar

El camino se me hace eterno. Es una situación estresante conducir en estas condiciones. El estado deplorable de las carreteras con el consiguiente peligro de un pinchazo o una avería en plena noche, las horas que se van haciendo y el no saber exactamente donde vamos a ir a parar, hacen que me arrepienta de no haber dado la vuelta cuando apenas habíamos recorrido 20 o 30 kilómetros desde que salimos de Fez. Me siento responsable, pero ya no hay vuelta atrás y tenemos que seguir hasta llegar a la nacional y entonces buscar un lugar para pernoctar.
Por fin conseguimos llegar a la nacional sin sufrir ningún percance y nos produce un efecto tranquilizador. Al poco llegamos a la población de Jorf El Melha un lugar que nos parece apropiado para quedarnos a pernoctar, por lo que tras dar alguna vuelta localizamos un buen lugar junto a una gran explanada, asfaltada y con mucha luz, cerca de la carretera, donde estacionamos.



Nada más estacionar, pregunto a unos niños si aquí hay problemas y me dicen que no, al tiempo que se nos acerca un señor y ahuyenta a los niños con voces. Porta un palo de grandes dimensiones rematado en una punta con un puñal. Le preguntamos si podemos quedarnos a dormir y dice que por una propina nos vigila toda la noche. Le entregamos 2 euros y nos metemos en las autos con la tranquilidad de haber superado una situación difícil. Ahora toca cenar y descansar, nos lo hemos merecido.
Al momento llaman en nuestra auto y vemos que es Tere. Me dice que ha llegado un policía de paisano y que nos pide la documentación. Salgo y veo a un señor vestido correctamente con cazadora de cuero y otros dos acompañantes peor vestidos y con peor pinta. Chapurreando nosotros algo de francés, nos explica que es policía y nos pide nuestros pasaportes.


Solo quiere los pasaportes de los adultos y le pregunto el motivo de la identificación pues somos turistas, que se nos ha hecho de noche y hemos parado aquí para dormir dentro de nuestros vehículos. Dice que es rutinario y que le escriba en un papel el nombre, apellidos y numero de pasaporte de todos los adultos. Le doy un folio con esta información que ya traía impreso por si nos lo pedían y así no tener que dejar los pasaportes, pero no se conforma y dice que tenemos que acompañarlo a comisaria. Le digo que antes se identifique él, a lo que no me hace caso, cosa que ya me parece extraño y empiezo a pensar que puede ser una encerrona o un intento de chantaje que se soluciona con dinero, como siempre. Me encaro con él y le digo en francés que somos cuatro familias con menores, que estamos de vacaciones, que hemos parado aquí porque nos hemos perdido y que solo vamos a pasar la noche. Esta persona dice que tenemos que acompañarle a la comisaría si o si. Se me acaba la paciencia y le digo que conozco la forma de actuación de la policía y que nos negamos a ir a ningún lado con él, pues esto no es normal.


La tensión va subiendo por momentos, pues se da cuenta que no somos unos pardillos que se dejen amedrentar así como así y que cuando la cosa se pone fea ellos aprovechan para pedir dinero y así solucionar el problema. Más bien al contrario, me encaro con él cara a cara, momento en el que le arrebato de la mano nuestros pasaportes y le digo que nos marchamos de aquí, que muchas gracias por su colaboración y que ahí se queda. Creo que le sorprende mi reacción y se queda sin saber que hacer, por lo que les digo al resto del grupo que nos marchamos de allí enseguida. Nos montamos en las autos y con la sartén y la cena a medio hacer salimos pitados de allí como alma que lleva el diablo.
Salimos sin entretenernos, con un poco de acojone, pues no sabemos las consecuencias que este echo puede tener, podrían seguirnos en el vehículo que traía esta gente y por los walkies comentamos lo sucedido y lo que piensa cada uno sobre esto, y sin poder dar crédito a lo que nos ha pasado. Diego localiza en el navegador un área de autos en la misma carretera y hacia allí nos encaminamos.
Yo no consigo hacerme una idea clara de quien podía ser esta gente, si policías de verdad que en su tiempo libre querían sacarse unas perrillas o gente que se hacen pasar por policías con el mismo objetivo, vete tú a saber, cada uno tiramos de imaginación para explicarnos este echo tan extraño.
Pero la cosa no puede acabar así como así, sería demasiada suerte. De nuevo en la carretera y dirección a Chaouen, pasamos por tramos de obras que hacen que la carretera sea un caos. Al poco Diego y Sonia nos comunican por el walkie que tienen verdaderos problemas con la batería de la auto y apenas consiguen que  les funcione la autocaravana.


Veo por el retrovisor que los focos de su autocaravana apenas iluminan la carretera, por lo que les decimos que se coloquen detrás de mí, pegados para sí poder circular hasta que nos alejemos lo suficiente de Jorf El Melha y hasta que encontremos un lugar en el que pernoctar. Es una situación algo complicada, pues la avería que llevan arrastrando desde que iniciamos el viaje y que les ha estado dando problemas que se han ido sobrellevando, ahora parece que no va a ser así y ello cuando peor es la situación, pues estamos en medio de la nada a las doce de la noche y llevamos acumulado demasiado estrés. La autocaravana les va dando perchones y amenaza con pararse en medio de la carretera por lo que nos salimos en una explanada pues no pueden avanzar más, pero milagrosamente cuando la cosa parece ya perdida, de nuevo les funcionan las luces y toda la electrónica y conseguimos seguir hacia adelante. Con el agobio de que aún nos quedan varios kilómetros para llegar al área y la incógnita de si la auto de Diego conseguirá llegar hasta allí el trayecto se nos hace interminable.

Ruta Chefchaouen

Afortunadamente conseguimos llegar al Motel Rif, lugar que tiene habilitada un área para autocaravanas y se nos abren las puertas del cielo, ahora ya sí que nuestras penalidades han acabado por hoy, me parece que ya está bien, que día por favor.
Este lugar es ideal para pernoctar si pasa uno a horas que desaconsejen seguir conduciendo. Hay un buen restaurante, una piscina y unas buenas instalaciones. Nos cobran unos 9 euros por auto y cuatro personas, con electricidad. Eso nos viene bien para que Diego pueda cargar la batería motor y mañana seguir ruta.
GPS: 34 46 22 N 5 32 42 W.


Hemos dormido como lirones, pues el cansancio y estrés acumulado ayer ha hecho que cayéramos rendidos en la cama. Hoy es un nuevo día que amanece nublado y con riesgo de tormenta y el planing para hoy consiste en llegar sin incidentes a la ciudad de Chefchaouen, visitarla y llegar a pernoctar a Tetuán. Tenemos que dejar atrás al igual que hicimos ayer con el yacimiento romano de Volúbilis y ya van dos veces que lo dejamos pendiente. Como digo dejaremos atrás al pasar Chaouen un lugar al que me hubiera gustado ir: el puente de Dios, un lugar muy bonito con un desfiladero donde una formación natural de roca que se asemeja a un puente le da a este lugar su nombre. Lo ideal sería dedicar un día a Chauen y otro para hacer una ruta senderista en este lugar.


Pero una vez más nos tenemos que dejar cosas pendientes que ver para el próximo viaje que hagamos a Marruecos, los días son los que son y no dan para más, así es que nos tendremos que conformar con ver Chaouen y Tetuán.


Esta parte de Marruecos es muy bonita. Desde la carretera vamos disfrutando del paisaje espectacular que se nos va abriendo conforme vamos circulando. Grandes montañas y verdes valles confieren un paisaje que no podríamos imaginar que esté en Marruecos. Esta parte, ya digo, me parece muy bonita y sí que sería interesante de descubrir más tranquilamente recorriendo con un todo terreno o una moto esta zona.


Hacemos una parada en uno de los numerosos puestos que adornan las cunetas de la carretera con esos vivos colores de sus pañuelos, sobreros y alfombras no pudiendo resistirse las mujeres a comprar algún que otro trapo.

Chefchaouen:



Llegamos a esta ciudad que tanto nos gustó la primera vez que visitamos Marruecos y que fue la primera toma de contacto con el país y tras una parada en un mirador para hacer unas fotos, nos vamos para el centro donde conseguimos estacionar. GPS: 35 10 13 N 5 16 09 W, una calle situada cerca de la Medina y que por 1 o 2 euros por auto que nos pide un gorrilla nos permite estacionar varias horas, lo suficiente para ver la ciudad.




Dejamos las autos estacionadas, y en principio, vigiladas y nos encaminamos hacia la preciosa Medina azul de la ciudad. Pasear por Chaouen es especial, uno se siente parte de esta ciudad siendo extranjero, es una sensación de apego total. Por otra parte aquí viene mucha gente de muchos lugares, pero en esta época hay muchos españoles y parece que uno estuviera en cualquier ciudad turística de nuestro país.



Esta circunstancia le confiere a Chaouen un aire multicultural, de ciudad abierta y acoge un turismo de personas que vienen aquí buscando esas sensaciones placenteras y de ganas de saborear este bello lugar.




Chaouen nos la encontramos tal y como nos la dejamos hace ya cuatro años. Acogedora, limpia, llena de rincones bellos, con sus característicos tonos azulados que se asemejan al cielo limpio y despejado.



Una ciudad animada y dinámica que actualmente vive gracias al numeroso turismo que se acerca a su Medina en busca de esa belleza y armonía como solo aquí se puede encontrar.




Una vez que llegamos a la Plaza Uta El-Hammam, parte del grupo se vana a ver la Alcazaba que es muy interesante, pero los que ya la visitamos nos quedamos en uno de los bares de la plaza.




Nos subimos a la terraza de uno de los numerosos bares por unas tortuosas escaleras que nos llevan a la parte alta del edificio desde donde se contemplan unas bonitas vistas de Chefchaouen y sus montañas. Tomamos unos tes y mientras los chavales se conectan al la red wifi gratuita del  local.



Al rato vemos que los que se han ido a ver la Alcazaba salen a la plaza tras hacer la visita y pese a llamarles desde la terraza no nos oyen y se vuelven a meter en la Medina. Bajamos a ver si los localizamos, pero ya no damos con ellos.


Aún así seguimos con la visita el resto ya que en Chauen es difícil perderse al contrario que en la Medina de Fez.
Terminamos de comprar los últimos recuerdos y artículos, pues en esta ciudad los precios son razonables, a pesar de ser muy turística y cosa curiosa, los comerciantes no practican tanto el deporte nacional del regateo.




Seguimos callejeando despacio y tranquilamente por las coquetas y maravillosas callecitas de Chauen, deteniéndonos en cada bello rincón, escalera, puerta, etc.




Así llegamos a las fuentes del pueblo donde destacan dos edificios que son los lavaderos donde todavía las mujeres lavan la ropa y que es todo un reclamo turístico.




Vemos algunas mujeres ataviadas con el típico traje y sombrero y por lo que intuimos parece que se está celebrando alguna especie de ceremonia.




De nuevo volvemos a la Plaza, observando en la zona donde se hayan unos hoteles, que hay el típico bullicio de gente con maletas y taxis pues las vacaciones de Semana Santa se terminan y mañana lunes ya hay que retornar de nuevo al trabajo. A nosotros aún nos queda un día más que lo pasaremos en Tetuán, por lo que a media tarde ponemos rumbo a dicha ciudad tras reunirnos todo el grupo. Volvemos a despedirnos de la ciudad con hasta la vista.

Itinerario hasta Tetuán

Tetuán:


El trayecto hasta Tetuán transcurre sin problemas, pero una vez dentro de la ciudad y con las coordenadas dirigidas hacia el parking de la Medina, nuestro navegador se empeña en meternos por una callejuela imposible de transitar.


Es de los lugares que más nos ha costado acceder, al final tenemos que pedir ayuda a un taxista para que nos meta en el parking, pues el navegador se vuelve loco y no hay manera. GPS: 35 34 20 N 5 22 26 W , se trata de un gran parking con barrera y las autocaravanas las instalan al fondo a la izquierda separadas del resto de vehículos. Creo recordar que nos cobran unos dos euros por autocaravana.


Como a esta gente no hay que decirles lo que tienen que hacer y cómo ganarse el dinero, inmediatamente que hemos estacionado viene un guía oficial y nos ofrece sus servicios por poco dinero, las horas que van siendo tampoco dan para estar más de dos horas visitando al Medina.


Tenemos lo que queda de la tarde y algo mañana por la mañana para visitar la ciudad, ya que mañana a medio día parte nuestro ferry desde Tánger, por lo que consideramos que mejor ir acompañados por alguien que conoce la ciudad, que hacerlo por nuestra cuenta donde perderíamos más tiempo.


La tarde es lluviosa, lo que pude que nos vaya a deslucir la visita, por momentos llueve que a gusto y nos tenemos que refugiar en los soportales de los edificios de la Plaza Moulay el Mehdi mientras contemplamos la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias.




El ambiente es algo desangelado por la presencia de la lluvia. Los tenderetes y puestos están cubiertos por lonas en espera de que la lluvia remita y les permita seguir vendiendo.



Llegamos a la Plaza del Palacio Real, la cual está vallada y no se puede acceder a ella, cosa que parece ser que es habitual y por supuesto no se puede acceder al interior del mismo. Se trata de una antigua residencia donde habitaba el Sultán en la época del Protectorado español.


Hay que reseñar que no parece que estemos en una ciudad marroquí, pues se ven edificios modernos con un estilo más propio de una ciudad andaluza que de Marruecos, hecho que denota la presencia durante bastantes años de españoles en la ciudad y en la zona.



Nuestro guía nos lleva a ver las curtidurías que a estas horas carecen de toda actividad. No tienen nada que ver con la de la Medina de Fez, pero bueno, no están mal y las visitamos a pie de calle que siempre es un detalle.



La Medina de Tetuán, está dividida por zonas de oficios, y es una Medina que en nada se parece a otras que hemos visto. Sus calles son mayormente rectas, anchas, limpias y con los puestos bien delimitados y en orden, es como más ordenada.




A ver si nos venden una alfombra

Y como buen guía que se precie, no podía faltar la típica visita a una tienda de alfombras, y eso que le hemos insistido, que tíos. Nos enseñan unas cuarenta o cincuenta alfombras mientras nos obsequian con te y, a pesar de decirle al dueño que no estamos interesados, él erre que erre, venga tirar alfombras al suelo.


Después de perder una media hora, nos marchamos de la tienda, mientras su dueño maldice en arameo por lo bajini  ya que no le hemos comprado nada.


Nos interesa más cenar y por eso le decimos a nuestro guía que nos lleve a un bar que nos den bien de cenar y que se vea el fútbol pues está poniendo un partido de la liga española y está todo el mundo viéndolo. Además se pone a llover con gana. Nos lleva a un bar y cenamos a base de pinchos de carne y pescado, bastante bien. Nos marchamos a las autos a descansar y mañana a las nueve daremos otra vuelta rápida por la ciudad.

Ruta hasta Tánger

Y como llevábamos algún tiempo sin que nos pasara nada, para rematar este viaje nos ocurre algo que en los dos viajes anteriores no nos había ocurrido. Pasamos una noche de auténtico mal estar. Vómitos, diarrea, dolor de cabeza, un desastre que nos ha afectado a todo el grupo en mayor o menor medida.
Diego y Sonia ejerciendo de enfermeros, tiene que visitar auto por auto para poner alguna inyección y facilitarnos pastillas para evitar los vómitos y la diarrea.
Parece esto un campo de batalla. Yo soy uno de los que menos me ha afectado, pero solo nos hemos salvado 3 o 4, el resto ha caído.


Alejandro y yo vamos a ver si encontramos bebida aquarius, ya que está indicado para estos casos y nos cuesta bastante encontrarlo, tras pasar a bastantes bares y tiendas, pero al final damos con los botes que repartimos al grupo.
La mañana ya está perdida, y por un momento temo que podamos perder el ferry, pues hay gente que está realmente mal, deshidratados y mareados, aunque optamos por no ir a un centro de salud.


Cuando la medicina va haciendo efecto, obra el milagro y la gente se va reponiendo poco a poco, por lo que decidimos partir dirección al puerto de Tánger ya que tenemos concertado el ferry desde allí, por lo que por autovía recorremos la escasa distancia que nos separa.
Hablamos del tema del virus que hemos cogido y unos dicen que fue en Fez, en la terraza esa de mala muerte, pues la comida no tenia buena pinta. Otros dicen que fue ayer con el te en la tienda de las alfombras. Otros que con el queso fresco que ayer comimos en Chauen, etc. El caso, es que en este viaje hemos picoteado de todo y en todos sitios y a saber donde hayamos pillado el virus. El caso es que lo hemos cogido y vamos a tardar algo de tiempo en expulsarlo.


Llegamos a Tetuán y nos ponemos en la cola de vehículos para pasar la aduana y que nos sellen los pasaportes y la importación temporal de vehículos. Increíblemente todo lo hacemos relativamente rápido y tras pasarnos el escáner nos situamos en la dársena donde atracará nuestro barco.


Un par de horas después zarpamos de Tánger con destino a Tarifa. Nos despedimos una vez más del continente africano después de diez días en los que nos ha pasado de todo y que hemos vivido muy intensamente.


Ha sido un viaje diferente a los otros dos que habíamos realizado. También es cierto que ha venido gente nueva y ello ha contribuido a marcar la diferencia, pero han sido la cantidad de anécdotas que nos han ocurrido lo que verdaderamente ha marcado este viaje.


Bajar a Marruecos siempre es diferente y cada viaje es especial, pero este lo ha sido más y siempre quedará en nuestro recuerdo como ese viaje en el que vivimos situaciones de todo tipo. Realmente buenas y placenteras, junto con otras más incómodas y angustiosas, pero diferentes de las vivencias que uno pueda experimentar en otro lugar que no sea Marruecos.


Para nosotros ha sido un placer compartir viaje y experiencias con Luisma, Tere, José, Prado, Diego, Sonia, Elena y David, un viaje que no olvidaremos por todo lo intenso que ha sido y por lo que hemos compartido durante estos diez días.
Nos despedimos de ellos y cada uno pone rumbo a su casa, donde llegamos a altas horas de la noche, cansados pero con ganas de volver a salir de nuevo con nuestra casa rodante.

2 comentarios:

Viajar en Navidad dijo...

Este tipo de viajes en casarodante si que me emociona, podes ir a cualquier parte, detenerte en cualquier pueblito que se encuentra, descansar un poco alli y luego seguir ruta…es tan aventurero…

Pepinha dijo...

Me corroe la envidia. Una pregunta, me encantó este viaje cuando hablabas de las curtidorías, había posibilidad de comprar la piel o solo los productos confeccionados?? Es que yo hago cosas en piel, y vamos si algún día hago un viaje así puede ser mi perdición.
A seguir viajando y engancharnos a todxs