22 noviembre 2010

Hacia el desierto (II)


Desde que empezamos el viaje a Marruecos, soñábamos con encontrarnos con ese mágico y maravilloso lugar:
El desierto. Pues bien, en esta segunda parte llegaremos a tan idílico lugar.



En el día de hoy vamos a visitar el Cedro Milenario, donde nos encontraremos con los macacos de la zona. Subiremos el Bajo Atlas por Midelt y llegaremos a las gargantas du Ziz, pasando por el Túnel del Legionario, para finalizar el día en una Kasbah, donde pernoctaremos.


Salimos de Fez por la N-8 dirección a Azrou. La carretera empieza a subir, vamos dejando la llanura de la zona de Fez y la vegetación se va tornando más alpina. Antes de llegar a Ifrane, vemos a gente en la carretera que nos ofrecen unos tarros oscuros que no sabemos lo que contienen. Paramos y descubrimos que es miel, además tiene un sabor característico y peculiar, nunca habíamos probado una así.

Proseguimos viaje y pasamos por Ifrane, conocida como la Suiza africana. Construida por los franceses en 1929, este lugar más bien parece un complejo turístico con casas alpinas, lago, instalaciones para practicar esquí, etc. vamos que no parece Marruecos, de hecho aquí veranea el monarca Alauí.


Tras pasar Ifrane, seguimos por la N-8 y antes de llegar a Azrou, sale un camino a la izquierda que nos lleva a la zona del cedro GPS: 33 26 45.85 N 5 10 59.76 W . Tras 2 o 3 kilómetros se llega al parking, GPS: 33.427356, -5.156228 , antes nos para una niña y le damos algo de comida y ropa.


Este lugar está concebido para el turismo tanto nacional como extranjero. Hay varios negocios de venta de fósiles, productos elaborados a base de mármol, también hay un servicio de burros y caballos y el negocio de darle comida a los macacos, en el que los niños marroquíes te venden la comida favorita de los monos, las barritas de chocolate...



Tras contemplar el magnífico ejemplar de cedro, el cual está seco, dicen que le cayo un rayo, seguimos camino arriba a ver a los famosos macacos. Al principio parece que no los vamos a ver, ya que esto es cuestión de suerte, pero poco después empiezan a aparecer, primeramente algo temerosos, pero al ofrecerles comida pierden la timidez y dejan que les demos comida.



Al final hasta llega uno a cansarse de los monos y supongo que ellos de nosotros, ya que cuando sacian su hambre pasan olímpicamente de nosotros y no hay forma de poderse acercar a ellos.
Bajamos de nuevo a la zona donde están situados los puestos y curioseamos para ver que venden.


Los vendedores son insistente y muy persuasivos y es difícil no caer en la tentación de comprar algo, cosa que hacemos pues lo agradecen mucho y les hace mucha falta. También a la salida tenemos que entregar algo de ropa a una de las pocas personas mayores que hemos visto pedirnos algo.



En Arzou seguimos por la N-13 y conforme avanzamos, empezamos a divisar el Atlas todavía con nieve en sus cumbres. La tierra se va tornando más yerma y árida. El paisaje ya no tiene mucho que ver con el de la primera etapa de nuestro viaje.


Vamos atravesando poco a poco el Bajo Atlas con sus nieves que se pueden divisar a lo lejos y llegamos a Midelt, donde no nos detenemos, solamente cuando vemos a algunos niños y niñas que se nos acercan para pedirnos cualquier cosa.


Estamos comprobando que conforme avanzamos hacia el sur, la pobreza se hace más extrema y hay más niños pidiendo al borde de la carretera.


Nos embargan sentimientos de tristeza e impotencia al ver a estos niños pedirnos cualquier cosa que les podamos ofrecer, y ellos con mucha educación y amabilidad nos lo agradecen. Hay ratos en que lo pasamos mal por este motivo y no sabemos como reaccionar ante semejante panorama.


Poco a poco la carretera va subiendo de nuevo y nos acercamos a un nuevo destino: El túnel del Legionario, que según dicen es el único túnel de Marruecos, no se si creérmelo, aunque no hemos visto ninguno más.


Bueno pues hemos llegado al túnel y por cierto, hay un legionario en la garita a la salida del túnel, como se toman aquí las cosas...


Paramos para hacernos unas fotos de rigor y sin darnos cuenta se nos acerca un chaval para regalarnos unos dromedarios realizados con hoja de palma.



Evidentemente a cambio nosotros le damos algunos dirhans y alguna cosilla más. Nos entendemos perfectamente, ya que parece tener algunos estudios y nos da una dirección o correo electrónico que poco después perdería, una lástima.


Estamos en plenas gargantas del río Ziz y son espectaculares, tanto por la altura de las montañas como por el color de las mismas.
Las montañas están totalmente desprovistas de vegetación, pero hay un encanto en su paisaje.


Seguimos descendiendo y tenemos como objetivo parar en la Kasbah Jurassic para que nos den una cena bereber y pernoctar en su área.
Llegamos a la Kasbah situada al lado de la carretera, GPS: 32.153736, -4.375897 . El lugar es ideal para pernoctar.


El área dispone de todos los servicios. Tiene aseos, duchas, electricidad y el entorno es muy bonito, en resumen altamente recomendable. Creo que nos cobraron 7 euros por ac. El dueño es encantador y nos da todas las facilidades del mundo. Estamos tan solo acompañados por un par de acs francesas. Negociamos el contenido y precio de la cena y nos dicen que el alcohol podemos llevarlo nosotros.



Nos pegamos una ducha de miedo, están muy cuidadas y ademas huelen a pintura reciente. Esperamos a que sea la hora de la cena y al rato nos llaman, pues nuestra cena está lista. Nos pasan a un comedor solo para nosotros y nos ofrecen un banquete con toda la cocina tradicional de la zona.


Aquí comprobamos que a los paisanos estos les gusta también el morapio y que aunque no puedan beberlo, cuando tienen ocasión no la dejan pasar. Nos ponemos como el kiko y para terminar la velada nos llevan a otro salón donde nos obsequian con bailes típicos bereberes.




Nos vuelven a ofrecer té para hacer bien la digestión y la fiesta continua para nosotros y los demás huéspedes de la Kasbah, y alguno que otro se echa unos bailes típicos que parecen más moros que los de aquí, je,je.





Esta noche ha sido realmente reparadora, qué tranquilidad se respira en todo lo que llevamos de viaje por Marruecos.
El objetivo de hoy es llegar hasta el desierto. Pasaremos por Er-Rachidia, Erfoud todo ello por la N-13 y luego por la R-702 llegar a Merzouga.
Nos despedimos del dueño de la Kasbah Jurassic, prometiendo hacer buena publicidad de ellos y continuamos nuestra ruta con ganas de llegar al desierto.


Subimos de nuevo montañas y antes de llegar a la mayor ciudad antes del desierto, Er-Rachidia, vemos su gran embalse en lo alto de las montañas. Aquí la prosperidad está en los lugares donde hay agua. Los paisajes que vamos descubriendo son realmente bellos.






Unos kilómetros antes de llegar a Er-Rachidia veos el gran embalse que abastece a la gran población de esta importante ciudad marroquí.


Pasamos por Er-Rachidia y se le ve una ciudad bastante grande, tiene aeropuerto y debe ser un enclave importante para Marruecos ya que hay mucha presencia militar, imagino que será porque la frontera con Argelia está cerca. Además se ven oasis y zonas de cultivo, debidas al cauce del río Ziz.




Llegamos a Erfoud y a ambos lados de la carretera se van viendo kasbahs u hoteles bastante lujosos y muy bonitos, se va notando el tirón del desierto. Continuamente se ven motos, todo terrenos, autocaravanas que vamos para este destino, me recuerda a las películas del Oeste americano cuando los baqueros en sus carretas iban a apoderarse de sus tierras.



Pasamos Erfoud donde también se ve una gran actividad, quizás basada en la cercanía del desierto de Erg Chebbi. Tenemos que tener en cuenta que el que viene a este desierto tiene que pasar por aquí, lo que hace que sea un lugar muy turístico y con mucha oferta hotelera.
Paramos en una tienda al ver el reclamo de una cría de dromedario.


Estos marroquíes son más listos que el hambre y nos ofrecen una excursión por el desierto. No sabemos muy bien como lo vamos a hacer, ya que hay mucha oferta en estas cuestiones, pero lo que nos está ofreciendo es una excursión con 9 dromedarios, una haima donde pasaremos la noche, con cena incluida y ver la puesta y la salida del sol y desayuno en una kasbah. Lo peor es el precio que nos quiere cobrar.


Tenemos un buen negociador, Basilio, que tras un arduo regateo consigue que todo lo ofertado nos salga a poco más de 25 euros por cabeza, por lo que tras salir detrás de nuestro guía nos ponemos rumbo al desierto, ataviados con unos pañuelos de cabeza que hacen que nos vayamos metiendo poco a poco en el papel.


Os diré que la expedición se puede contratar en cualquier sitio, aunque imagino que conforme vas acercándote al desierto los precios serán más altos. Hay numerosas kasbah donde poder contratar esto y cercanos al desierto hay muchos carteles anunciando expediciones.



Tras recorrer algunos kilómetros, dejamos la carretera y nos desviamos a la izquierda por unas tierras negruzcas que dejan ver al fondo las dunas del desierto, con ese color tan característico.




Tenemos ansia de llegar al tan esperado destino, como si nos fuera a faltar desierto, parece que no vamos a llegar, aunque poco a poco las dunas van creciendo y nuestro deseo de tocar la arena también.
Entramos en la kasbah Erg Chebbi, por su gran puerta y nos da la sensación que ahora es cuando estamos entrando en el desierto. GPS: 31.182800, -4.032386


Estacionamos en la parte de atrás de la kasbah y comemos rápidamente ya que a las 3 en punto tenemos que estar listos pues viene nuestro guía con los dromedarios. Prisas y emoción por nuestro próximo desafío, también la preocupación de alguna que tiene sus dudas acerca del sofocante calor que pasaremos a las 3 de la tarde en pleno desierto. Dudas que posteriormente se verían despejadas, pues con un pañuelo o una gorra que cubra la cabeza es suficiente y no hace el calor que pueda parecer.



Llega nuestro simpático guía vestido con su colorida ropa y nos adjudica los dromedarios que nos llevarán al desierto.
La hora de subir a cada uno de ellos es un buen momento donde echamos unas buenas risas, ya que algunos no han subido nunca a un animal.Momento de subir a los dromedarios.

 


Poco a poco vamos subiendo todos y los dromedarios se van haciendo también a nosotros. Ponemos rumbo al desierto con esas buenas sensaciones de estar viviendo un momento único y no se el motivo pero el desierto es un lugar en el que las emociones fluyen y se corresponden a esos momentos que uno no olvida en la vida, igual que cuando pasamos a la medina de Fez. Este el el otro momento por el que merece la pena venir aquí.



Penetramos en el desierto poco a poco a lomos de los dromedarios y la paz y tranquilidad que se respira aquí no se puede comparar con ningún otro sitio que hayamos ido, tan solo el sonido de las patas de los animales al caminar sobre la fina arena.





Las tonalidades de colores que apreciamos son fantásticas. Un cielo infinitamente más azul que hayamos visto antes. La arena con unas tonalidades entre anaranjadas y amarillas que dependen de la hora del día en que se contemplen.




Estamos llegando a la Gran Duna, bajo la cual tenemos la Haima que será nuestro campamento. No es la única, ya que este es un buen lugar y por eso aquí llegan constantemente expediciones. GPS: 31.178181, -4.006525. Añadido en Mayo de 2020, actualmente el gobierno marroquí ya no permite los campamentos en el interior del desierto, una pena.


Bajamos de nuestros dromedarios y nos instalamos en la haima. Nos recibe un grupo de niños que nos ofrecen sus dromedarios hechos a mano. Compramos alguno y nuestro guía nos lleva a una haima cercana donde vive una familia bereber.



Nos ofrecen un té y nos cuentan la forma que tienen de ganarse la vida, sobre todo con el pastoreo, lo que hace que recorran grandes cantidades de kilómetros en busca de pastos.





Terminamos de pasar la tarde entre la jaima y las otras cercanas haciéndonos fotos junto a la gran duna y cuando el sol empieza su lento e inexorable declive, subimos por la arista de tan descomunal montón de arena para contemplar desde lo más alto la romántica y única puesta de sol.
La subida es un destroza piernas, ya que los pies se meten en la arena y hace muy difícil avanzar.


Nos va quedando menos tiempo y nos resulta imposible subir a lo alto de esta gran mole de arena. Nos quedamos a la mitad descansando y contemplando la majestuosidad del desierto.
Van llegando nuevas expediciones de dromedarios para pasar la noche aquí.


Poco a poco va anocheciendo y la tonalidad de colores va cambiando, y lo que antes parecía amarillo ahora cambia a un tono más ocre, es una maravilla ver este cambio tan alucinante desde este enclave tan privilegiado.



La luz va llegando a su fin y para bajar de la duna lo vamos a hacer de manera diferente. Desde donde estamos nos queda nuestra jaima justo debajo y a pesar de la rampa pronunciado bajamos corriendo sabiendo que en caso de emergencia podemos hincar los pies en la arena para que nos hagan de freno. Nos divertimos con la bajada.
Toca cenar y nos ofrecen una cena típica bereber con sopa y carne, las cervezas las ponemos nosotros.





Tras la cena y contemplar la salida de la luna y el pulular de las estrellas que aquí son espectaculares por la ausencia de contaminación luminosa, nos vamos a la cama ya que mañana hay que madrugar para ver la salida del sol.


Las temperaturas nocturnas bajan considerablemente y tenemos que taparnos bien con las mantas de la jaima. Hay quien duerme como un tronco toda la noche, pero otros no lo hacemos tanto. Se oyen tambores lejanos, supongo de otras jaimas, que están de fiesta bereber. Cuando estos cesan, intento dormir algo.




Nuestro guía nos despierta ya que dentro de poco va a salir el sol y queremos verlo de camino a la kasbah. Hace fresco por lo que nos abrigamos. La gente está subiendo a lo alto de la gran duna para ver la salida desde lo alto.


De nuevo la tonalidad de las dunas es muy diferente a cuando vinimos ayer y va cambiando poco a poco conforme los primeros rayos de sol hacen su aparición.


Nos paramos un momento justo para contemplar la salida del astro rey y de los colores que reflejan los rayos solares en las dunas.




Poco a poco nos estamos acercando a la kasbah donde tenemos estacionadas las autocaravanas. Nos da algo de pena que esto se acabe, pero el viaje debe continuar y hemos hecho una magnífica expedición que recordaremos mientras vivamos, toda una experiencia positiva.






Nos duchamos y desayunamos en la jaima a base de tortitas, miel, higos, leche, etc y tras recargar agua, nos despedimos del desierto y nuestro guía con un hasta luego y plenamente satisfechos de la experiencia.
Pero el viaje no ha tocado a su fin, nos queda mucho por ver: Ouarzazate, Ait Benhaddou, las gargantas del Todra, Marrakech, Casablanca, etc. Os animo a que lo descubráis con nosotros.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Si leer el relato es emocionante, vivirlo es inolvidable. Gracias Alsaga por rememorar imágenes, instantes, temores y buenos momentos unicos.EL NEGOCIADOR.

alsaga dijo...

Hombre Basi, que sorpresa verte por aquí. Espero que te guste el relato y te invito a que lo sigas pues ya sabes que aún quedan más cosas, je,je.

Anónimo dijo...

Ya espero la 3º parte del viaje, espero que no tenga ninguna mala experiencia, pues hasta ahora, toda os ha salido bien. Saludos Campillo.

Anónimo dijo...

Estás hecho un artista, no sabía tu lado oculto de narrador, aparte de buen planificador, claro está.
Fdo. el de los almuerzos los viernes.

Miluska dijo...

Muchas gracias por la información.
Tengo entendido que el tour de los camellos inicia a las 3 pm y termina al día siguiente a qué hora? en el precio esta incluida la cena y el desayuno? o se paga aparte?
muchas gracias

berta dijo...

me gusta mucho tu relato, pero echo de menos que nos cuentes lo que vas pagqando por comer, excursiones etc, para tener una idea.